Por mucho tiempo se buscaron las palabras precisas para describir ¿qué
es Literatura Infantil?; sin llegar a ningún acuerdo. Pero a poco andar nos encontramos en primera instancia que “la literatura infantil es ante todo,
literatura, sin adjetivos de ningún tipo; si se le añade infantil no es sino
por el deseo de delimitar una época concreta de la vida del hombre que, en
literatura, está marcada por las capacidades de los destinatarios lectores, y,
en menor medida, por gustos e intereses lectores concretos” (Cerrillo &
Sánchez, 2007).
Cervera (1989) cree que el concepto de literatura infantil ha de tener
un papel integrador y selectivo diciendo que en esta: “se integran todas las
manifestaciones y actividades que tienen como base la palabra con finalidad
artística o lúdica que interesen al niño”. Una de las condiciones que reúne
esta definición hace alusión al interés por parte del receptor, ya que, por
muchos años la literatura estuvo arraigada al concepto de moralizante, que
cerraba las diversas interpretaciones que podían darle los receptores al texto
y sobre todo dejaba disminuido el propósito
de goce estético, del atractivo, del contenido artístico que este trae.
Existe mucha literatura infantil con una tendencia moralizante, lo que no
quiere decir que es malo, o que ya no debe ser así; a lo que se quiere llegar
es que esta tendencia no debe opacar el otro objetivo que es que el contacto
con la literatura infantil y juvenil abra paso también al goce estético, a
nuevos mundos, a la plurisignificación, a la búsqueda de sentido.
Es
por ello que en la literatura debemos distinguir entre dos tipos de textos, los
primeros son los libros destinados para niños, los cuales pueden ser
informativos o expositivos pero no siempre tienen un trasfondo estético, por lo
tanto no se pueden igualar con la LI, ya que, en esta debe estar la finalidad
artística. La LI se debe definir en todo lo que al niño le interesa más que por
lo que ha sido destinado al niño, este sentido se distinguen tres tipos de
literatura, la primera es la ganada que no siendo para niños estos se la
apropiaron, como es el caso de los cuentos tradicionales, de Perrault, los
hermanos Grimm. La segunda es la denominada explícitamente como literatura para
niños que fue pensada para ellos y por último la literatura instrumentada que
fue creada con el fin de enseñar algo específico. (Lluch hace alusión a esto en su entrevista)
Para
Bodoc (2010) “leer un texto
literario no es leer cualquier otra cosa” ya que al
leer se crean imágenes internas, estas se fundan sobre la base de experiencias
y carencias propias, según Martínez, B. (2002) el lector “aplica sobre lo leído
sus propios códigos interpretativos, lo cual le permite extraer significados
diversos, captar contenidos culturales en forma articulada y escribir su propia
obra, yendo así por caminos de creatividad.” Esto permite considerar al
lector como un agente activo y creativo, Rosell
señala que “el papel del niño en la literatura infantil no es el de simple
destinatario” pues reconstruye los sentidos de un texto literario en el
contexto de una situación comunicativa específica y en
quien prevalece la libertad de pensamiento.
En la opinión de muchos teóricos la clave de la creatividad es el
pensamiento divergente, es decir, aquel que se separa en varias direcciones.
Para Martínez, B. (2002) “creatividad es
sinónimo de pensamiento divergente, o sea es capaz de romper los esquemas de la
experiencia. Es creativa una mente que trabaja siempre, dispuesta a hace
preguntas, a descubrir problemas donde los demás encuentran respuestas
satisfactorias.”
Al encontrarse con la
literatura, el infante según (Munita & Riquelme 2009) “suspende las reglas
propias de la comunicación funcional, y se sumerge en la lógica interpretativa
que le exige el carácter estético propio de ese texto.” Es decir, en el marco
de la enunciación artística, existen códigos libres que pueden cambiarse y
reinventar la realidad, sin tomar en cuenta las referencias denotativas que se
utilizan en el mundo cotidiano. Por lo tanto, para Sánchez, (1995) en
literatura, “las palabras leídas ni pueden representar referentes reales en
sentido estricto ni transportan significados inamovibles.”
La
literatura infantil y juvenil, permite descubrir estos mundos distintos que van
más allá de las palabras escritas en el papel, genera una multitud de
posibilidades creativas que despiertan el interés de los niños, según Cerrillo & Yubero (2003) "en la infancia la creatividad brota naturalmente y la
literatura infantil es un campo especial para su cultivo".
La conexión del niño
con el relato, se logra en buena medida gracias a la capacidad del mediador de
“vehiculizar los sentimientos y atmósferas emocionales propias de la narración,
permitiendo así la exploración de estos mundos narrados al niño auditor” (Munita & Riquelme, 2009). En la
lectura mediada de literatura infantil se narran historias en las que deben
primar interacciones del mediador llenas
de emoción en el lenguaje verbal y no verbal utilizado.
Para comprender al mediador de lectura debemos manejar algunas características que aportan a un adecuado desarrollo del mediador, entendiéndolo como un adulto que facilita los primeros acercamientos del niño al libro, en donde la afectividad y la creación de un momento de lectura acogedor y gratificante son tareas fundamentales de este. El mediador es un verdadero pasador de libros.
En este sentido, es
sumamente importante reivindicar nuestro rol como mediadores, entendiendo que
este puede ser el primer contacto que tenga un niño con la literatura, y es por lo tanto, fundamental realizarlo de la
mejor manera posible.
Palabras claves: Literatura, creatividad,
pensamiento divergente, mediador.
Bibliografía
Bodoc, L. (2010). El
presente de la LIJ iberoamericana (segunda
jornada del congreso académico)
Cervera, J. (1989). La literatura infantil en la construcción de la conciencia del niño. Monteolivete 9- 10: 21- 36.
Cerrillo, P. & Sánchez, C. (2007). “Lo literario y lo infantil: concepto y caracterización de la literatura infantil”. En Cerrillo, Pedro y S. Yubero (coords.) La formación de mediadores para la promoción de la lectura. Cuenca: CEPLI; 2ª edición, pp. 17-25.
Cerrillo,P. & Yubero,S. (2003) La formación de mediadores para la promoción de la lectura. España.Cuenca: CEPLI; 2ª edición, pp. 17-25.
Martínez, B (2002) El taller de literatura, un taller de pensamiento Colombia: U. de la Sabana
Munita, F. & Riquelme, E. (2009) Pacto enunciativo y mecanismo desacoplador, el proceso de articulación en la comprensión de la literatura de ficción. Estudios Pedagógicos. Vol. 35. (2), 261-268.
Rosell, J. (2012) “¿Qué es la literatura infantil? Un poco de leña al fuego” Consultado el 12 de abril del 2013 en http://www.cuatrogatos.org/show.php?item=217
Sánchez, L. (1995) Literatura infantil y lenguaje literario. Barcelona: Paidos.
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